Según la Biblia, existen miles de ángeles, pero como ya hemos visto sólo tres son llamados por su nombre: Gabriel, Miguel y Rafael.
Los hebreos creían en una compleja jerarquía angélica, en la que todos y cada uno de sus componentes tenía un nombre propio.
Todas las órdenes místicas y esotéricas poseen un ritual de iniciación, en el que el novicio toma un nombre nuevo, que usualmente debe permanecer secreto. Así se representa su nacimiento en la orden, y a través de ello, a una nueva vida. Ese nombre significa nuevos poderes, nuevos conocimientos y mayores logros espirituales.
De la misma manera, el hecho de descubrir el nombre de nuestro ángel de la guarda puede ser considerado como una especie de iniciación también, como la recepción de una llave que nos dará acceso a nuevos niveles de conciencia.
Este paso constituye tal vez el punto crucial de la relación con nuestro ángel guardián. Teniendo en cuenta que la gran mayoría de los humanos no somos capaces de percibir a los ángeles de un modo sensible, cualquier comunicación que de un modo inequívoco venga de ellos, adquiere una importancia vital.
Y entre esas comunicaciones, una de las primeras y principales es el saber el nombre de nuestro ángel de la guarda.
Desde ese momento, dicho nombre nos permitirá contactar permanentemente con nuestro ángel, haciendo que la comunicación sea mucho más fácil, ya que nuestra fe y nuestra seguridad habrán aumentado considerablemente.
Se han dado diferentes métodos para averiguar el nombre de nuestro ángel de la guarda, pero lo más simple es lo más efectivo.
Mi consejo es que cada noche, antes de dormir, establezcas contacto mental con tu ángel, pidiéndole su ayuda durante el sueño, para los asuntos que en ese momento te preocupen, cualquiera que sea su índole. También durante el día, deberías en alguna ocasión apartar tu mente del trabajo o de lo que en ese momento te ocupe, para mandarle aunque sólo sea un simple saludo y por supuesto, podrás pedirle su ayuda siempre, en cualquier momento y cualquier circunstancia.
Una noche, en esa especie de oración o comunicación mental, pídele que si lo cree conveniente te revele su nombre, para así poder dirigirte mejor a él y estrechar de este modo la unión ya existente entre ustedes. No hay mejor armonización que esa.
Lo usual es que bien en sueños, o por la mañana al despertar, el 1 nombre de tu ángel se manifieste clara y distintamente ante tu conciencia, verás que te despiertas “sabiendo un nombre”.
No esperes un nombre bíblico, ni forzosamente terminado en "el". Puede ser un nombre muy conocido o puede que jamás lo hayas oído en tu vida. Puede ser un nombre extranjero, o un diminutivo común. Puede ser algo que no parezca nombre en absoluto, pero automáticamente tú sabrás con toda seguridad que ése es su nombre y desde ese preciso momento tendrás ya una forma de invocarlo, de iniciar la comunicación con él.
Dale las gracias y disponte a iniciar un nuevo, alegre y esperanzador día.